Se trata de una cuestión de máxima prioridad. Es necesario regularizar lo más rápido posible las operaciones de Comercio Exterior. Aquí el punto de vista de un especialista, publicado en el diario "La Nación".
"...Es probable que aquellos que acordaron el nombre
Cambiemos no lo hicieron pensando particularmente en el comercio
exterior, aunque seguro coincidirán en que se necesita con suma urgencia
modificaciones sustanciales en esta actividad. También estarán de
acuerdo en que "cambiar" es una señal inevitable para abrir el paso a
las inversiones extranjeras.
El escenario es sumamente complejo.
Sin entrar en la discusión de las variables macroeconómicas, las normas
imperantes han dejado a los exportadores con una competitividad diezmada
y a los importadores, maniatados. Los exportadores deben vender a
plazos acotados, cuando los del resto del mundo pueden libremente
negociar plazos para el cobro. Estos gozan de estímulos directos e
indirectos, mientras que en la Argentina son limitados. Aquí no se
perciben los incentivos establecidos, cuando los del resto del mundo sí
lo hacen, y los empresarios son sancionados de forma sistemática ante
demoras o falta de cobro, bajas de precios y demás actividades propias
del negocio de la compraventa internacional, mientras que el mundo
ejerce libremente el comercio.
Los
importadores no han corrido mejor suerte. Los argentinos deben pedir
permiso para importar a través de declaraciones juradas anticipadas,
cuya aprobación pareciera depender de variables esotéricas, cuando en
otros países, en el peor de los casos, tienen licencias previas con un
criterio razonable de aprobación. Los importadores argentinos pueden
pagar sólo parte de sus deudas y son obligados a exportar, mientras que
en el mundo honran sus deudas normalmente.
Esto sólo en cuanto a
la compraventa. Para los pagos de dividendos, regalías o servicios
técnicos, debemos saber que estamos en presencia de los nuevos pecados
capitales.
Enjambre normativo
No
podemos desconocer que en el comercio exterior, como en el resto de las
actividades, pueden darse casos de operaciones especulativas y
maniobras defraudatorias. Sin embargo, este enjambre normativo pareciera
combatir estos frentes mediante la paralización de la actividad y, lo
que es peor aún, ciertas medidas han terminado por ocasionar efectos
cuanto menos adversos.
Los exportadores, que conviven con la
obligación de ingresar los cobros de sus exportaciones, hace poco
tuvieron una suerte de alivio. Se les permitió utilizar plazos
"extendidos" para el ingreso y liquidación a aquellos que exportan a
distribuidores exclusivos. Esto terminó empujando a ciertos exportadores
a poner un intermediario adicional a su operación, cercenando los
márgenes de ganancias. Otro caso es de aquellos que son sancionados con
multas automáticas por ingresar tarde divisas, y que para evitar esas
sanciones, deciden incorporar a la operación a un tercero para que
financie las demoras y así, otra vez, se ataca la rentabilidad de dicha
operación.
La
imposibilidad de pago al exterior por servicios ha logrado -cuando no
hundir a las compañías en una alta exposición en moneda extranjera-
evitar toda clase de facturación al exterior: casi una reivindicación
moderna del principio de igualdad.
Lo mismo sucede con las normas
aplicables a los ingresos de divisas para aportes de capital, donde
parecieran empujar al residente argentino a evitar el ingreso de estas
divisas por medio del mercado cambiario.
La mirada positiva hace
pensar que con los ajustes necesarios, la actividad podrá crecer a ritmo
acelerado. Hay fuertes vientos de cambio y el comercio exterior confía
en que esta vez, le soplen a favor.
El autor es director de Servicios Legales de PwC a cargo de Comercio Internacional y Aduanas
http://www.lanacion.com.ar/1849286-cambiara-el-comercio